miércoles, 25 de octubre de 2006

RUTA APÓCRIFA DE VELÁZQUEZ: UN VIAJE A LA SEVILLA DEL SIGLO XVII

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Por su interés, reproducimos parte del artículo publicado por la periodista sevillana Eva Díaz Pérez en la edición andaluza de El Mundo el pasado sábado bajo el título 'Varia velazqueña'. Con motivo de la exposición organizada por la National Gallery de Londres, la autora denuncia el 'olvido' en que mantiene la ciudad a su genial pintor y rescata el itinerario de la Sevilla de Velázquez. El consorcio Turismo de Sevilla debería tomar nota.

"Velázquez está en todas partes menos en Sevilla. Velázquez es un fantasma al que cagan las palomas en su estatua de bronce de la plaza del Duque, un espíritu que vaga la nostalgia terrible de las arcadias infantiles en la ciudad que apenas le reconoce. Una ciudad que ni siquiera explota su recuerdo recordando sus vivencias sevillanas porque es una ciudad que nunca ha estado a la altura de sus hijos ilustres.

Para buscar a Velázquez hay que irse ahora a Londres, donde alrededor de las nalgas blanquísimas de la Venus espejeante se han reunido varios lienzos que sirven para componer la biografía artística del pintor. En la National Gallery, apenas se pronuncia la ciudad natal del artista. Es lo que se merece. Este país sólo reacciona con las efemérides: de nacimientos, de muerte, de victorias, de derrotas. Por eso, el fantasma de Velázquez tan sólo se paseó brevemente en 1999, eso sí, con la excepcional exposición organizada por la Consejería de Cultura con motivo de su cuarto centenario. Pero, qué queda después de las alharacas, de los flashes de las fotos oficiales que tanto molestaban a la venerable madre jerónima de la Fuente en sus tres versiones expuestas, de los aplausos, de las sonrisas de los gestores del oportunismo. Sevilla se volvió a quedar sin Velázquez.

Vaguemos, a pesar de este olvido, por la Sevilla del pintor. Vuelven a sonar las campanas del domingo 6 de junio de 1599 en la iglesia de San Pedro, porque bautizan al niño de la calle de la Gorgoja. Un niño al que pronto se le llenarán los ojos de luz y dejará a su paso un olor de trementina. Un niño que observa escenas pintureras que quedarán en su memoria para siempre (...).

Quien quiera recorrer esta varia velazqueña por la ciudad natal podría partir de la calle de la Gorgoja, luego detenerse en la iglesia de San Pedro y, desde allí, dirigirse a la calle del Puerco –calle Trajano–, donde estaba el taller de Francisco Pacheco, su maestro y suegro. Allí se celebró el banquete de boda con Juana Pacheco al que acuden personajes como el poeta Francisco de Rioja. En la Alameda –calle del Potro– tuvo casa el pintor y es por esa collación donde a veces se descubre el aire inevitablemente perdido de los cuadros velazqueños".

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