miércoles, 27 de diciembre de 2006

AMPLIACIÓN DE FIBES: ORA EL GOBIERNO, ORA EMVISESA, ORA LOS EMPRESARIOS...


Al alcalde se le agotan las excusas para justificar el injustificable retraso de la ampliación del Palacio de Congresos. En Fitur 2003 se sacó de la chistera un conejo que le ha salido la rana. Entonces sorprendió al sector condicionando el proyecto a la aportación del Gobierno central, participación que hasta entonces no se había manejado en ningún momento. Fue una huida hacia adelante de la que, casi cuatro años después, no ha logrado aún encontrar la salida. Se fue Aznar y llegó Rodríguez Zapatero a la Moncloa. Pero con el llamado 'Gobierno amigo' ha corrido la misma suerte. Deben de dolerle ya los nudillos de llamar a la puerta del despacho de ZP sin que se le abra. Ahora, en un número propio de Juan Tamarit, se ha buscado otra coartada, después de que sus propios socios de gobierno (IU) hayan amenazado con impugnar en los tribunales la encomienda del proyecto a Emvisesa. Al parecer, la 'culpa' de que el Palacio de Congresos no sea una realidad la tienen los empresarios, que, con el afán especulador que les caracteriza, han cometido el pecado de negarse a sufragar una obra por el sencillo motivo de que no le salen las cuentas. Ahora, seis años después y obligado por las circunstancias, Monteseirín brinda la colaboración al empresariado para que participe en la construcción y gestión de las futuras instalaciones (¿debe colegirse, por tanto, la salida del equipo que dirige Felipe Luis Maestro?). La pregunta es de cajón: ¿Por qué no lo planteó desde el primer momento? Antes de embarcar a la ciudad en un costoso viaje, tal vez sería el momento de que administraciones públicas y empresarios se sentaran en una mesa y renegociaran un proyecto vital para el sector turístico de la ciudad y que, por el retraso que acumula, no debe serlo tanto para la actual corporación municipal. Como ya han expresado en voz alta solventes profesionales sevillanos, la solución quizá pasaría por ampliar la zona expositiva de Fibes y habilitar un gran auditorio en el centro de la ciudad (o cubrir el auditorio) para atender las necesidades congresuales. Con seguridad, se amoldaría mejor a las necesidades del sector y no requeriría una inversión próxima - si no más- a los ¡100 millones! de euros. Monteseirín tiene la palabra. Él debe decidir entre los intereses generales de la ciudad o sus prioridades electorales. Claro que aceptar un golpe de timón al proyecto sería reconocer su estrepitoso fracaso, posibilidad que debe descartarse a sólo cinco meses de las elecciones. ¿O no?

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